El mural Acueducto de Querétaro data de 1962. Destaca por el juego de transparencias, la delicadeza del matiz, la armonía de los tonos, los valores atmosféricos y lumínicos mediante los cuales el artista expresa su sentimiento lírico ante la naturaleza y su comunión con el paisaje.

Tiene como tema la monumental edificación virreinal que actualmente cuenta con 74 arcos, que alcanzan una altura promedio de 28.5 m, y una longitud de 1,280 m, cuya historia se remonta al siglo XVIII época en la que Querétaro se había convertido en una de las ciudades más productivas de la Nueva España, alcanzando su mayor prosperidad y desarrollo urbano.

A pesar de lo anterior, el abastecimiento de agua era malo e insalubre, por lo que ante las constantes quejas de la ciudadanía, el Ayuntamiento optó explorar la posibilidad de construir una obra destinada a transportar agua de la parte alta del río Blanco (hoy río Querétaro) hacia la traza urbana, proyecto que fue costeado principalmente con recursos de don Juan Antonio de Urrutia y Arana Pérez Esnauriz, marqués de la Villa del Villar del Águila, gran benefactor de la ciudad.

Se eligieron los mejores surcos del llamado Ojo de Agua del Capulín, en el poblado de San Pedro La Cañada, y se construyó una gran poza para captar en ella el agua que en conjunto producían, y de allí conducirla por canal hasta Querétaro.

La titánica obra de este icónico acueducto se dio por terminada la obra el 17 de octubre de 1738.