Seguramente ya has escuchado hablar de las finanzas sostenibles: aquellas que implican la consideración de factores ambientales, sociales y de gobernanza (conocidos como criterios ESG) en la toma de decisiones de inversión, la gestión del negocio y la puesta en marcha de productos y servicios financieros. Sin embargo, ¿sabes a qué nos referimos cuando hablamos de una taxonomía sostenible?
Junio 2024 #ParaTodos #FinanzasSostenibles #BancaResponsable #ESG #BlogsyTips
Una taxonomía sostenible es una herramienta para clasificar actividades económicas y financieras que tengan objetivos relacionados con los criterios ESG, como reducir brechas sociales y proteger el medio ambiente. Asimismo, dichas taxonomías buscan fomentar la movilización de la inversión y del financiamiento, tanto público como privado, hacia este tipo de actividades. Además, el contar con la identificación, definición y etiquetado de activos sostenibles, permite generar y mapear información de calidad respecto a los flujos de financiamiento dirigidos hacia actividades con un impacto social y/o medioambiental positivo. Un marco de referencia, como lo es una taxonomía sostenible, también previene riesgos de social/greenwashing es decir, evita que se generen percepciones falsas de responsabilidad social y ambiental.
Con el crecimiento de las finanzas sostenibles, muchos países han ido desarrollando taxonomías con las cuales puedan clasificar este tipo de instrumentos. En particular, la Taxonomía de la Unión Europea, lanzada en 2020, ha sido considerada como un referente para el desarrollo de taxonomías sostenibles en otros países alrededor del mundo, entre los cuales se encuentra México.
Así, en marzo de 2023, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público publicó la Taxonomía Sostenible de México. Además de incluir objetivos ambientales, la Taxonomía mexicana se destaca como la primera en haber incluido explícitamente objetivos sociales y en incorporar la perspectiva de género de manera transversal.
En ese sentido, sus objetivos sociales están relacionados con la contribución a la igualdad de género, el desarrollo de ciudades sostenibles, y con el fomento a la salud, la educación y la inclusión financiera. Los objetivos medioambientales de esta taxonomía son la mitigación y adaptación del cambio climático, la gestión de recursos hídricos y marinos, la conservación de ecosistemas y la biodiversidad, el impulso a la economía circular, y la prevención y control de la contaminación.
La Taxonomía Sostenible de México contempla tres tipos de usuarios principales: las empresas de la economía real, las instituciones de crédito y los inversionistas institucionales. Los bancos, que entran dentro de la segunda categoría, son de vital importancia para la implementación y el uso de la taxonomía, pues pueden utilizarla para movilizar capital hacia actividades sostenibles a través de sus carteras de crédito, su tenencia de activos y el diseño de productos y servicios financieros sostenibles.
México es uno de varios países que han publicado una taxonomía de este tipo, y muchas otras economías alrededor del mundo ya se encuentran desarrollando las suyas. La implementación de taxonomías sostenibles busca contribuir al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas y al Acuerdo de París, fomentando así la transición hacia un modelo económico más responsable con la sociedad y el medio ambiente.
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